Estribos y espuelas son piezas muy llamativas, su belleza depende del material y tamaño en que fueron hechos y de la destreza del artesano que los confeccionó. Junto con la montura, las riendas, las botas, la cabezada y el freno, estos artefactos integran el apero huaso, término usado para referirse a los elementos empleados para cabalgar.
Foto colección Sala Medina, Biblioteca Nacional
Los estribos y espuelas chilenos son reconocidos por su técnica y estilo decorativo. Fueron introducidos al país por los conquistadores y han adquirido un sello con el desarrollo local de la herrería, el tallado en madera y la talabartería.
El estribo es fabricado por artesanos de la región del Maule, en madera tallada de quillay, naranjo o peral. Sus orígenes se remontan a la llegada de los españoles, quienes los usaban de metales como hierro, plata e incluso oro macizo.
La espuela se fabrica en hierro, acero, níquel o bronce, lo que hace posible decorarla con la técnica de ataujía, que consiste en ensamblar filamentos de plata en ranuras previamente talladas sobre la asta y el pihuelo. Este último, se decora también con motivos calados, como estrellas, media luna, rosetas, tréboles, corazones y cruces.
Al igual que el caballo y la escuela ecuestre, la espuela adquirió características locales. Su tamaño es superior a la de sus pares sudamericanos y está montada sobre una talonera de suela y cuero que evita que se deslice, reemplazando así a la alzaprima.
Con otros objetos como montura, rebenque, manea, llanta, ación, lazo y fusta, forman un complejo sistema que sirve para dominar el caballo, hacerlo más dócil y permitir mejores hazañas y desplazamientos más largos.
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