Publicado en 01 de marzo de 2005
En una cultura donde para muchos es una pesadilla pensar en la muerte y menos sobre la caducidad de la vida, el ejemplo de México es único: la vitalidad y la cultura de la muerte que se vive hoy y hace miles de años es un atributo que lo diferencia, que lo hace irreductible a la homogenización de la cultura occidental.
La muerte es el acontecimiento más importante de la vida, señala el académico e investigador Fidel Sepúlveda en un artículo de esta revista dedicada precisamente a ella. En nuestra cultura donde para muchos es una pesadilla pensar en la muerte y menos que nos recuerden sobre la caducidad de la vida, el ejemplo de México es único: la vitalidad y la cultura de la muerte que se vive hoy y hace miles de años entre los mexicanos es un atributo que lo diferencia, que lo hace irreductible a la homogenización de la cultura occidental. Así lo escribe el antropólogo Rodrigo Ruiz. "No te mueras nunca" gritan los admiradores a sus ídolos y cuando esto sucede el sufrimiento es grande. Por su parte, María Julia Caiozzi, socióloga argentina escribe sobre los Milagros de la Memoria. Evita Perón, Carlos Gardel, el Ché Guevara comparten con otros menos conocidos la manera particular, en que los vivos recuerdan sus biografías, volviéndolas memorables.
En el cementerio municipal de Arica los epitafios son en colores y ayudan a dar vida al camposanto. Por otra parte, las letras de las marmolerías se constituyen en un verdadero arte en su calidad de letras eternas, así como ritos, creencias y costumbres asociadas a la muerte en la tradición chilota, rica cultura que une la cosmovisión de los pueblos originarios con la cultura cristiana. En algunas ciudades las tumbas son "dormitorios", con formas y ornamentación de tal siguiendo exactamente la etimología en latín de cementerium que significa dormitorio.
