Publicado en 01 de septiembre de 2016

Tenemos los cielos más limpios y eso obliga a protegerlos y a promoverlos como destino científico, pero también cultural y turístico. De ahí, entonces, que exista una propuesta para que sean declarados Monumentos Nacionales y, a futuro, Patrimonio de la Humanidad.

Los cielos del norte están en la mira. Nada nuevo si consideramos que Chile tiene el 50% de todos los observatorios astronómicos internacionales; sin embargo, no es lo único. En la actualidad, hay una nueva meta y es la de promover y proteger estos espacios, logrando que sean reconocidos, por Unesco, como Patrimonio de la Humanidad.

"Chile se distingue por sus laboratorios naturales. Esta belleza es también un espacio científico: somos un país con fácil acceso a la Antártica, las expediciones a Marte se prueban en el desierto de Atacama y las investigaciones oceanográficas también se hacen en nuestro mar.

No somos sólo el país 'bonito' -porque todo el mundo lo destaca por sus paisajes-, sino que tenemos el privilegio de tener una naturaleza prístina, única, capaz de transformarse en una plataforma protegida para que el planeta pueda desarrollar ciencia. Es una ventaja y la astronomía es parte de eso", advierte Gabriel Rodríguez, embajador y director de Energía, Ciencia y Tecnología e Innovación del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Consciente de esto, lleva siete años trabajando para proteger y promover el laboratorio natural de los cielos limpios, más ahora que estamos a punto de llegar a tener el 70 por ciento de la capacidad astronómica mundial pues, de los cuatro grandes proyectos que se están construyendo, tres están en Chile:

  • Telescopio Gigante de Magallanes, GMT.
  • Gran Telescopio para Rastreo Sinóptico, LSST.
  • Telescopio Europeo Extremadamente Grande, E-ELT.


Chile, aclara el embajador, tiene condiciones naturales como el cielo limpio, oscuro y espacios con poca interferencia electromagnética. Por lo tanto, puede transformar esos lugares en una oportunidad científica-tecnológica.

Pero también, con el tiempo, ha comenzado a haber otro atractivo y es de la existencia de una comunidad astronómica significativa; hay más de cien astrónomos y hay cuatro universidades que ofrecen programas de posgrado de astronomía y astrofísica, por tanto, hay un rol activo.

A nivel cultural, también existen ventajas importantes. No hay que olvidar que los pueblos originarios tuvieron también un desarrollo científico, y contaron con lugares de observación sagrados, conectados con los ciclos de la agricultura, con la vida y la muerte, muchos de ellos ubicados en los mismos sitios donde hoy se observa el firmamento con la ayuda de grandes telescopios.

El hecho de descubrir que acá hay un patrimonio histórico y antropológico, advierte Rodríguez, le da un valor adicional. La oportunidad para Chile, por lo tanto no sería solo científica, sino también cultural y turística.

De ahí la preocupación, por parte de la cancillería, de querer potenciar y resguardar esta zona única. La pregunta es cómo. "Maravilloso tener los observatorios, pero el problema es que hay que proteger ese patrimonio. ¿Cómo lo hacemos?", se pregunta Gabriel Rodríguez.

La respuesta tiene que ver con el buen manejo de la iluminación de las ciudades y de los pueblos cercanos a cada observatorio, pero también con que se optimice la iluminación en las carreteras y que las mineras se ocupen del control del polvo en suspensión, dicen, el peor enemigo de los espejos.

Entonces, buscando mecanismos para que el país proteja estos cielos limpios, exploraron la posibilidad de que los observatorios pudiesen ser Patrimonio de la Humanidad. Inicialmente lo pensaron como un mecanismo para proteger a los sitios de observación que usan los astrónomos, pero con el tiempo descubrieron que esto era más que la observación.

"Las personas no científicas tienen un derecho humano a ver los cielos oscuros sin necesidad de telescopio. Algo que se ha perdido, pero que se puede recuperar si la iluminación de las ciudades se hace de forma racional", aclara el embajador.

Pasos a seguir

Unesco protege el patrimonio histórico, pero hasta ahora su acuerdo solo está circunscrito al espacio terrestre. La Convención del Patrimonio no incluye al cielo y es algo que no se va a modificar. Por lo tanto, se espera, en primer término, lograr que los observatorios sean declarados Monumentos Nacionales en Chile, y trabajar paralelamente en la mesa constituida por la cancillería, los observatorios astronómicos, las autoridades de la Segunda y Cuarta Región, el Consejo de Monumentos y la Dibam con el fin de pensar en una propuesta para Unesco.

La idea es que estos sitios puedan seguir funcionando una vez que tengan la categoría de Patrimonio de la Humanidad.

Unesco ya ha enviado a especialistas en arqueoastronomía, pero, además, en el congreso de Hawaii, del año pasado, hubo interés explícito por parte de otras naciones -que cuentan también con observatorios- con el fin de trabajar en conjunto en una eventual declaratoria de Patrimonio Mundial.

En este último caso, Chile tendría que optar por trabajar en una declaración serial donde, por ejemplo, se destaquen todos los observatorios chilenos y extranjeros de alta montaña, o bien, lugares donde se han hecho descubrimientos importantes (donde se confirmó la expansión acelerada del universo o donde se descubrió que nuestra galaxia es una en millones).

"Hay que buscar el criterio que dará el valor patrimonial", advierte Gabriel Rodríguez, argumentando que espera que este año los observatorios puedan ser declarados Monumentos Nacionales para que así, en paralelo, puedan hacer una declaración serial con otros observatorios del mundo.

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