Publicado en 01 de diciembre de 2016

Siempre he pensado que el patrimonio cultural constituye la memoria de cada pueblo y sociedad. El patrimonio nutre los sentidos de la comunidad, en el presente y futuro, entregando cohesión, una historia común y pertenencia grupal a sus integrantes.

Por eso la conservación del patrimonio y la comprensión de la historia de cada comunidad es de vital importancia para el desarrollo en todos los ámbitos, sobre todo para mantener la identidad de los grupos humanos.

También para valorar, respetar y aceptar la diversidad cultural de la humanidad, tanto en sus aspectos éticos como prácticos; siempre -claro- dentro del contexto de la tolerancia, la libertad y la paz.

Me parece imprescindible hacer esta reflexión como introducción a esta nueva edición de la revista Patrimonio de Chile; ya que en sus páginas encontraremos textos que nos invitan a valorar expresiones del patrimonio arquitectónico moderno, como son la Villa Olímpica y la Villa Frei, declaradas Zonas Típicas, con lo que se protege y conserva no solo la arquitectura sino el estilo de vida en comunidad que estas contienen.

La revista también nos presenta el programa de fomento lector en recintos carcelarios. Un proyecto que apuesta por incorporar hábitos lectores que contribuyan a disminuir la reincidencia, pero -por sobre todo- pone acento en el crecimiento personal, social y familiar, aspectos que en definitiva ayudan a darle un nuevo impulso e identidad a quienes están privados de libertad. Con la lectura se plantean proyectos, se atreven a soñar y acercarse a la libertad con una mirada positiva.

Los invito a leer esta revista con la convicción de que cada vez que el trabajo de Dibam pone foco en superar las desigualdades, nuestro patrimonio se hace más fuerte.

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