Textos escolares, máquinas, instrumentos y maquetas de la colección del Museo de la Educación Gabriela Mistral permiten reconstruir las formas en que el conocimiento científico se ha enseñado y aprendido en las aulas.
Alumnas en clase de química, 1937. Colección Fotográfica Museo de la Educación Gabriela Mistral.
Desde la segunda mitad del siglo XIX, las ciencias ingresaron a la escuela para ser impartidas en la educación secundaria.
Los planes de estudios incluyeron la enseñanza de la zoología, botánica, biología, química y física, lo que demandó la formación de docentes, nuevos métodos pedagógicos y la adquisición de material didáctico e instrumental de laboratorio.
La modernización y el desarrollo del país estaban en el centro de los nuevos aprendizajes a impartir, del cual se esperaba que los alumnos adquiriesen los conocimientos útiles para el progreso de la nación.
De este modo, la enseñanza científica contó con una orientación práctica y experimental al servicio de la minería, la industria, la agricultura y la ingeniería.
Los docentes enfatizaron los conocimientos relacionados con la electricidad y la mecánica, y su importancia en el desarrollo productivo del país.
Además, se privilegió el estudio de los recursos naturales, flora y fauna locales.
Las clases de ciencias debían tener una orientación experimental y práctica, enfocada a ámbitos concretos, por lo cual se importaron desde Europa y Estados Unidos, materiales, máquinas e instrumentos para hacer demostraciones, montar gabinetes y laboratorios.
Los maestros también confeccionaron muestrarios de minerales, plantas e insectarios representativos de sus respectivos territorios.
El objetivo de estas nuevas prácticas educativas era el desarrollo de las capacidades de investigación, análisis y síntesis en los estudiantes, promoviendo un rol activo de estos en los procesos de aprendizaje.