Publicado en 22 de enero de 2018

La Bacante; Nicanor Plaza; Centro Nacional de Conservación y Restauración; Museo Benjamín Vicuña Mackenna

La Bacante está estrenando nueva cara. La obra del escultor chileno Nicanor Plaza fue recientemente sometida a un proceso de restauración y conservación gracias al riguroso trabajo realizado al interior del Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR) y a la gestión del Museo Benjamín Vicuña Mackenna (MBVM)

Por cierto, no fue tarea fácil: La escultura, creada en 1874, es de mármol y alcanza un peso aproximado de media tonelada (mide 1 m. x 64 cm. de alto y 51 cm. de ancho). Se encontraba ubicada en el hall de entrada de la Biblioteca Histórica, único espacio original de la ex casa quinta del ex intendente, que hoy es parte del museo que lleva su nombre. 

En 2013, se trasladó desde el MBVM hasta el CNCR y no se movió más de ese lugar hasta que finalizaron los trabajos dos años después. 

“Por las dificultades que planteaba la obra, primero se la estudió y luego se la intervino”, advierte Melissa Morales Almonacid, conservadora y restauradora del Laboratorio de Escultura y Monumento.

Se cree que la escultura sufrió daños luego de un incendio y de una posible caída desde una escalera o bien, que sufrió al ser traslada en barco desde París. Pero no es lo único. 

Esta escultura de mujer, de la mitología griega, evidenciaba daños propios de haber permanecido por mucho tiempo a la intemperie; la lluvia y los contaminantes habían provocado la meteorización de la piedra, sumándose a fisuras que estaban a la vista, además de algunas reconstituciones en el tirso y su mano izquierda. Los dedos -puestos en otra intervención anterior- hechos de yeso y alambre, habían perdido su forma y no cumplían función alguna.

Primera etapa: traslado

El traslado de esta pieza de estilo neoclásico se programó de tal modo de que fuera con el menor estrés posible, evitando así otros deterioros. Se la cubrió con polietileno expandido y se la metió adentro de una estructura de madera. El mármol, a pesar de ser piedra dura, se raya fácilmente, por eso cualquier contacto físico con otra estructura podía causar más daño.

Segunda etapa: restauración y conservación

La Bacante, explica Melissa Morales, presentaba alteraciones difíciles de evaluar, como algunas quebraduras reparadas en la primera mitad del siglo XX. No había documentación de ese trabajo, solo eran visibles algunos anclajes y se cree que debe haber hierro interno que fija las partes, por lo tanto, al estar fragmentada, requería cuidados en su manipulación. 

Era riesgoso intentar separar esas partes sin tener el conocimiento de cómo estaban unidas por dentro, por lo tanto, se decidió dejarlas así, aunque eliminaron las partes añadidas de la mano y el tirso. Se dejaron las fisuras a la vista.

Tercera etapa: fin y traslado

La idea fue devolverle una unidad estética a la obra. Ocupando el criterio actual de la mínima intervención, estudiaron posibles contextos de la obra (si se trasladó, si cayó, si estuvo a la intemperie), y eso sirvió para entenderla y valorar su historia. 

No la podían volver a su estado original, pero sí había que ponerla en valor con todos sus antecedentes, es decir, entender todas sus intervenciones destinadas a mantener su estabilidad. Por eso se puso en valor la información del deterioro de la piedra, se registró y se limpió para poder recuperar la superficie del mármol, a través de la limpieza química y acuosa. 

“En general, la gente espera que después de la restauración, la obra llegue como nueva, esa es la visión que se tiene, pero hay que poner en valor esta otra parte, donde se la puede conocer mejor con todos sus antecedentes y con respeto a toda su historia. Nosotros sentimos que recuperamos esta unidad de la obra y de la piedra, junto a todas sus alteraciones”.


“Para el Museo era fundamental restaurar esta magnífica escultura que forma parte de la colección permanente y que estaba en muy mal estado. La obra representa el reconocimiento que le otorga a Vicuña Mackenna, una vez que termina su período de Intendente, y una forma de agradecimiento por las transformaciones realizadas en Santiago”.
María José Lira, directora MBVM.

La Bacante; Nicanor Plaza; Centro Nacional de Conservación y Restauración; Museo Benjamín Vicuña Mackenna
La Bacante; Nicanor Plaza; Centro Nacional de Conservación y Restauración; Museo Benjamín Vicuña Mackenna

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