Publicado en 27 de marzo de 2018

“Manu Iri: Guardianes por el Patrimonio” es un taller de Educación Patrimonial para niños de entre 7 y 12 años, que realiza -desde 2013- la Secretaria Técnica de Patrimonio Rapa Nui (Consejo de Monumentos Nacionales), en conjunto con el Museo Antropológico Padre Sebastián Englert

El programa entrega conocimientos y valores asociados al patrimonio cultural de Rapa Nui, tanto desde el mundo científico y académico, como de la tradición oral, la memoria y la lengua indígena.

Se realiza todos los viernes desde marzo a diciembre, pues la idea es mantener un proceso de aprendizaje constante, que entregue a los niños capacidades y conocimientos integrales. Se organizan actividades y trabajo en terreno, salidas al campo y charlas didácticas con expertos locales. 

Siempre refuerzan el vínculo con el paisaje en que se desarrolla esta cultura, reapropiándose de los espacios y reconociendo determinados lugares, su contexto y relevancia cultural. 

La metodología de trabajo se basa en una combinación entre lo científico y lo tradicional, a través de la cooperación y alianza tanto con expertos locales como con investigadores nacionales y extranjeros, que desde sus diferentes ámbitos de experticia apoyan las actividades y el programa de trabajo. 

Escuchan también a los mayores y sabios conocedores de la tierra, pero también al viento, a los pájaros y a las piedras; leer la naturaleza, incluso con los ojos cerrados, es parte del proceso de crecimiento y aprendizaje.

Los actores principales del Programa de Educación Patrimonial son José Nahoe (educador tradicional) y Gina Pakarati (relacionadora comunitaria), de la Secretaria Técnica de Patrimonio Rapa Nui. Además de las antropólogas Camila Zurob y Paulina Torres. Por parte del Museo, el equipo lo componen Jocelyn Hey (relacionadora pública), Mario Tuki (encargado del depósito) y Francisco Torres (arqueólogo y curador Museo). Todos comparten los roles de monitores, programación, logística.

Para este Francisco Torres, la arqueología, como ciencia, trabaja con el patrimonio y, por lo tanto, tiene una responsabilidad ineludible con la educación.

“Es a través de la enseñanza que logramos generar, realmente, el vínculo afectivo que se necesita para que los restos del pasado se conviertan en patrimonio, es decir, en algo que es parte de una herencia cultural que hay que cuidar”, comenta Francisco Torres.

Por su parte Gina Pakarati, miembro de la Secretaría Técnica de Patrimonio e integrante del equipo Manu Iri, confiesa que como rapa nui siempre es importante conservar la cultura. “Nuestro patrimonio es nuestra identidad y es una cultura viva. Este taller es otra forma de entregar a nuestros niños el orgullo de ser rapa nui y que ellos aprendan y mantengan este gran regalo que nos dejaron nuestros ancestros”, reflexiona.

José Nahoe, educador tradicional rapa nui y miembro del equipo, manifiesta que el gran valor de este programa es el rescate de la lengua, “la lengua rapa nui para mí es identidad, es el pilar fundamental de mi pueblo y su cultura. Tiene tradición, costumbre, estilo de vida. Por eso es tan importante difundirla”.

Por su parte Mario Tuki -uno de los expertos invitados al programa y el encargado de colecciones del Museo P. S. Englert-, participa como monitor y apoyo logístico de Manu Iri. Para él, este proyecto formativo “está destinado a generar conciencia en niños y jóvenes sobre el valor del patrimonio cultural y la necesidad de su protección. Es una instancia que les permite adquirir e implementar aspectos culturales propios de Rapa Nui desde temprana edad”, asegura.

La lengua Rapa Nui es la base de todo

Paulina Torres Jeria, antropóloga del Área de Educación y Participación Ciudadana de la Secretaría Técnica de Patrimonio Rapa Nui, cuenta que Manu Iri surgió por las inquietudes compartidas que tenían con el Museo de generar actividades educativas que permitieran la entrega de contenidos de manera más estable y pertinente. Ya que ambas instituciones realizaban acciones esporádicas.

El patrimonio es abordado desde diferentes aristas en este taller.
El patrimonio es abordado desde diferentes aristas en este taller.

“Nos unimos en pos de generar un programa educativo prolongado, con actividades en terreno, expertos locales y planes de estudios acordes a las temáticas patrimoniales”, asegura. 

¿Cuál es la metodología usada?

Una de las cosas más importantes de Manu Iri es su metodología de trabajo, que busca rescatar los valores tradicionales rapa nui no solo a través de lo que se enseña, sino de cómo se enseña. Utilizando formas tradicionales de transmisión de conocimientos, como los aˈamu (narraciones o historias) y también valiéndose de la isla entera como sala de clases.

¿Cómo ha sido la acogida?

Muy buena. Se valora el trabajo que hacemos y, por lo mismo, estamos trabajando en la manera de llegar a más niños de la comunidad. 

Utilizando el plan de estudios elaborado, que incluye contenidos y actividades pedagógicas, queremos ver la manera de transmitirlo a más niños, ya sea través de la educación formal o de otras instancias o plataformas que podamos desarrollar. 

¿Cómo defines la lengua rapa nui? ¿Por qué es importante rescatarla?

Pienso que la lengua rapa nui es la base de todo. A través de ella no solo se transmiten conocimientos, sino también valores y vínculos con otras personas y con el medio en el que vives. Si bien la lengua rapa nui ha sufrido mucho, ya que fue prohibida, castigada y relegada, poco a poco ha ido retomando fuerza. 

Hoy se están realizando numerosas iniciativas que revitalizan la lengua, tanto con niños como con adultos. Esto es algo que empieza por casa, pero que además necesita apoyo y reconocimiento a nivel de gobierno.  

Parece que las lenguas tienen un poder. Cobra vida y cuando la hablas, asimilas trozos de patrimonio. ¿Eso está sucediendo allá?

La lengua es la esencia misma de la cultura y, por ende, tiene poder y vida. No hay trozos, es un todo, es el espíritu. Sin espíritu no hay vida. 

¿Qué te ha sorprendido más de este proyecto de educación patrimonial bilingüe? 

Lo más sorprendente es la constancia de los niños y niñas que asisten a Manu Iri. Después de pasar toda la semana estudiando, esperan con ansias poder venir al taller, pudiendo descansar o jugar el viernes en la tarde. 

Algunos llevan más de tres años con nosotros y da mucho gusto ver cómo se van empoderando y tomando roles más activos, como mini monitores. Admiro mucho su perseverancia y espíritu. 

La cultura está viva en ellos, ya sea a través de su curiosidad al levantar la mano para preguntar o de cerrar los ojos al sentir el viento en su cara, cuando vamos a terreno. Son pequeños detalles, pero dicen mucho. 

También es muy lindo ver la unidad que han ido forjando como grupo y el vínculo afectivo que han establecido con nosotros como monitores. Nuestra primera generación de Manu Iri ya son adolescentes y varios han seguido vinculados al ámbito patrimonial a través de diferentes instancias. Incluso nos vienen a ver a algunos talleres y nos preguntan sobre los nuevos niños y los contenidos que estamos pasando.

¿Cómo los niños han empezado a valorar más el patrimonio inmaterial a partir de este proyecto?

Comenzaron a tener gran interés por los nombres de los lugares que visitábamos y las historias que estaban vinculadas a este sitio. 

Un tipo de patrimonio inmaterial que lamentablemente se ha ido perdiendo, pero que se ha logrado recuperar a través de actividades como recorrer ciertos lugares con expertos rapa nui, que nos iban contando la historia de los nombres, los espíritus territoriales vinculados al lugar y la forma en que ese sitio debe respetarse.

¿Cómo es trabajar para valorar el patrimonio en un lugar donde todo es patrimonio?

En Manu Iri intentamos abordar el patrimonio de manera integral, contextualizado y vivo. El patrimonio rapa nui tuvo, tiene y tendrá una vida y una historia. 

Los moai, por ejemplo, no están ahí solo para la arqueología, ciencia o turismo. Son parte de la vida de estos niños, los cuales está unidos genealógicamente con los vestigios visibles de esta cultura, ya que representan a sus ancestros. 

Patrimonio es todo, incluido estos niños llenos de curiosidad y entusiasmo. Trabajar aquí es valorar y respetar, aprender a escuchar y observar.  

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