Publicado en 01 de junio de 2016

Lejos, muy lejos vive y trabaja este joven sociólogo. Podríamos también presentarlo como director del Museo Antropológico Martín Gusinde, y como navegante y documentalista. Si hay algo que une todas estas piezas es la cultura yagán y, cómo no, el entorno geográfico.

Vive donde se termina el dibujo del mapa de Chile y está a cargo del museo más austral del mundo. El escenario es Puerto Williams y el personaje, Alberto Serrano, de 38 años, con pareja y dos hijos, que a todas luces fue cautivado por el paisaje que mira a diario, pero también por la herencia yagán.

"Antes, sabía muy poco sobre ellos, como casi todo el resto del país, que realmente es muy poco lo que saben de la cultura yagán, de Puerto Williams e incluso de Magallanes", admite.

Hay un antes y un ahora en este relato, porque Serrano lleva doce años viviendo en este territorio, 9 de de los cuales ha trabajado en el museo, primero como investigador, y desde 2010 como su director. Un yagán de corazón, quizá.

Mira hoy las fotos que el propio Gusinde hizo a las familias canoeras y sigue sus historias. Todavía es posible rescatarlas. No solo desde un acucioso trabajo que ha involucrado a los familiares herederos, sino que poniéndose literalmente en los pies de este pueblo navegante.

Tánana se llama el documental que recientemente codirigió -junto a Cristóbal Azócar- para hablar de Martín González Calderón, un artesano yagán que decide volver a navegar el archipiélago del Cabo de Hornos, tal como lo hizo de niño en compañía de su padre.

- ¿Qué significa Tánana?

- Estar listo para zarpar.

- ¿Qué motivó este documental?

- Hay dos motivos principales: primero, la urgencia de que Martín González, protagonista de la película, pudiera regresar a diversos lugares del archipiélago en donde creció y segundo, la búsqueda por intentar hacer visibles los procesos sociales que se han experimentado en el archipiélago, que son profundos y totalmente desconocidos.

Los temas históricos y sociales están tan relegados dentro de los espacios de comunicación y la historia oficial es tan fuerte, que todos estos procesos sociales van quedando al margen, cuando realmente son situaciones únicas, pérdidas irrecuperables para la diversidad cultural y la historia del país y del mundo.

Por eso, con Cristóbal Azócar, pensamos que la herramienta audiovisual nos posibilitaría transmitirla de un modo más profundo; que permita entender las diferentes dimensiones de la pérdida de un modo de vida, de una realidad que tiene más de 6500 años.

- ¿A qué tipo de procesos sociales desconocidos te refieres?

- De cierta forma se sintetiza o resume la historia de Tierra del Fuego y sus poblaciones originarias, en la premisa del contacto fulminante, que en 50 años "borró" de la faz de las islas a las poblaciones aborígenes. Desde ese "centro", toda la amplia gama de procesos quedó condicionado por el discurso hegemónico de la extinción.

No se aborda o no se asume en profundidad el mestizaje ocurrido, por ejemplo. O, respecto a nuestro documental, desde el violento cambio cultural ocurrido y hasta hoy, se sigue buscando la figura del yagán en su canoa de corteza (pregunta muy frecuente en el museo).

Todo cambio en las técnicas de navegación, totalmente normales después de los fuertes cambios sociales ocurridos, de alguna manera son observados como el fin de la cultura canoera. Pero realmente los procesos son mucho más complejos y hay un enorme entramado que da cuenta de la permanencia de una cultura.

- ¿Regresar a esos lugares del archipiélago, entonces, era una forma de recuperar historias y patrimonio perdido?

- Don Martín es una de las pocas personas que creció ligado a la navegación tradicional yagán. Esa forma de vida fue interrumpida y, entonces, nunca más volvió a muchos lugares del archipiélago. Siempre conversábamos de poder regresar. Luego de casi cuarenta años y después de bastantes intentos, pudimos realizar esos recorridos.

Era muy importante acompañarlo y poder registrar su enorme conocimiento, que él quiere legar a su gente. Así, el documental refleja una parte de todo lo que ha compartido, principalmente asociado al fin de la navegación tradicional, pero además aporta impresionantes elementos para la historia y el patrimonio regional y nacional.

- Te pusiste en los pies del yagán que navegaba por esos mares gélidos por el archipiélago, ¿qué viste?
- Directamente navegamos por los mares y canales del archipiélago, con la enorme fortuna de realizarlo junto a don Martín. Él nos enseñó justamente a ver y entender desde el mar, lo que era fundamental para poder desarrollar la problemática y transmitir lo que queríamos. Y, como la idea era trabajar con calma, con los ritmos adecuados, intentamos aprehender eso, darnos el tiempo de interpretarlo y trabajar en su reconocimiento. Es un mundo completamente nuevo, un universo simbólico distinto, de profunda sabiduría.

- ¿En qué consiste ese universo simbólico distinto?
- De manera sencilla, el hecho de vivir en una isla, de permanecer tanto tiempo en el mar, implica otra forma de experimentar el tiempo y espacio, pero también exige estar totalmente sujeto y atento a las condiciones que la naturaleza y el clima imponen a cada instante. Desde ahí se genera toda una concepción muy diferente de la realidad, muy distinta a la de nuestra cultura dominante, sobre todo citadina.

Vecino del Polo Sur

Probablemente una de las ventajas de vivir como vecino del Polo Sur sea eso: los canales, los bosques, las montañas, la nieve. A la distancia, Alberto nos describe en detalle su medioambiente. Si bien, el museo está en pleno Puerto Williams, se ubica justo donde comienza un seno, en la entrada de mar más pronunciada de la bahía. Es también el escenario perfecto para contemplar el canal Beagle.

"Puerto Williams en sí mismo está 'incrustado' en medio de este enorme territorio o "maritorio", más precisamente, que es en su totalidad hermosísimo. Es un lugar muy especial, muy agreste, con una naturaleza y geografía imponente, con grandes bosques y montañas.

Como más se disfruta aquí es con la naturaleza, salir al campo, a caminar y, por supuesto, a navegar, que es tal vez la forma en como mejor se puede conocer el archipiélago".

- ¿Qué significa, a nivel personal, estar a cargo del museo más austral del mundo?
- Tiene varias significaciones, pero más que por el hecho de ser el museo más austral, es por las características del territorio, su historia y sus procesos sociales.

Es un territorio insular, lejano, aislado, y a pesar de ello ha sido parte de manera directa de los ciclos históricos mundiales y la globalización, por lo que hay todo un componente histórico y patrimonial que es muy necesario reconocer, profundizar y darle el valor que le corresponde.

Igualmente, la comunidad local es muy pequeña, por lo que el museo juega un rol fundamental en la isla. No es menor el hecho que producto de nuestra ubicación geográfica se haya creado un imaginario sobre este lugar, cargándolo de símbolos que en buena medida no son ciertos.

Tiene que ver con esas ideas de que acá se encuentra el "fin del mundo". Desde hace ya siglos se ha instalado esa idea. Quizás obedece a la visión eurocéntrica, que nuestro país reproduce con su centralismo extremo. Pero el fin del mundo no existe, este lugar está habitado desde hace al menos 6500 años.

- ¿Qué aspectos relevantes del patrimonio inmaterial de los yaganes destacarías?

- Pienso que principalmente no se ha tomado conciencia de qué implica ser canoero en esta geografía. No se trata sólo de un modo de sobrevivencia. El plantearse el mundo desde el mar implica un entendimiento totalmente diferente de la realidad.

En este lugar, la energía de las fuerzas naturales es tal, que su comprensión es muy compleja. Y en esas condiciones ellos pudieron conocer profundamente este territorio, desmembrado en miles de islas, canales y rincones.

Ese conocimiento no ha sido suficientemente valorado por la cultura occidental y es una de las principales pérdidas generadas por el etnocidio o genocidio étnico que han vivido.

Y por supuesto, el idioma, la lengua, que está a punto de quedar dormida, perdiéndose un elemento fundamental para comprender ese universo simbólico canoero del territorio, o más precisamente, "maritorio".

- Actualmente estás trabajando con familias yaganes para lograr identificar a los personajes que fotografió el antropólogo Martín Gusinde. ¿Cómo ha sido ese proceso?

- Muy interesante, algo muy importante de realizar. Hemos constituido un grupo de trabajo con miembros de la comunidad yagán, especialmente con las mujeres. Esto ha llevado a la construcción conjunta de la investigación y sus resultados, además de la entrega de las fotos a todas las familias yaganes.

Ocurre, además, que estas imágenes son muy conocidas y utilizadas en las más variadas e insólitas formas, como por ejemplo para adornar un mall. Sin embargo, lo más esencial, es que se trata de fotografías familiares. Gusinde retrató a las familias yaganes de 1920, que son en realidad sus antecesores. Aparecen las madres, padres, abuelas, abuelos y bisabuelas, en fin, de los miembros actuales de la comunidad yagán.

Entonces, ha sido muy intenso profundizar en esas identificaciones y observar que los rostros e imágenes de los parientes directos de alguien, son utilizados indiscriminadamente. O, lo que ha sido más doloroso, constatar la utilización de estas fotos en textos que aseguran la completa extinción de los yaganes, mientras los hijos o nietos de los fotografiados hacen esa lectura.

Museo y sus colecciones

Digno de visitar, no solo por su estética -que incluye la casa Stirling (Monumento Histórico Nacional, considerada la construcción más antigua de Tierra del Fuego)- sino también por sus colecciones, el Museo Antropológico Martín Gusinde exhibe tesoros arqueológicos vinculados a las poblaciones canoeras, comunidades de tiempos prehistóricos asentadas acá hace al menos 6500 años.

Se trata de colecciones formadas principalmente por hallazgos fortuitos y donaciones de vecinos, aunque actualmente se están generando también nuevas colecciones a partir de investigaciones científicas y de trabajos de salvataje arqueológico.

La participación de la arqueóloga Karina Rodríguez ha permitido mejorar la calidad del registro, resguardar sitios arqueológicos y trabajar en un proyecto Fondecyt para efectuar excavaciones en el archipiélago.

Otra colección de enorme valor es la etnográfica. Destaca aquí la del sacerdote y etnólogo alemán Martin Gusinde, que da nombre a la institución. Él visitó Tierra del Fuego en varias oportunidades entre 1918 y 1924 para conocer de cerca a sus habitantes y su cultura y parte de sus investigaciones permanecen en el Museo, al igual que objetos únicos que él mismo recolecto, de gran valor patrimonial y que dan cuenta de la cultura yagán.

Por último, la colección histórica habla de los tiempos más recientes, de las estancias y los orígenes de Puerto Williams.

En paralelo, organizan muestras temporales. Lo más próximo: una exposición de esculturas llamada "Maderas Nómades", de la escultora magallánica Jimena Saiter.

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