Reconocimiento del Mercosur abrirá espacios para que los cultores nacionales se conecten con sus pares de toda Latinoamérica y enseñen su arte en escuelas.
La paya está de fiesta. Recientemente fue reconocida como Patrimonio Cultural del Mercosur, distinción que permitirá no solo fortalecer, en Chile, el conocimiento de la poesía oral improvisada, sino también abrir puertas y conectarse con los payadores de toda Latinoamérica. Una fiesta en su máxima expresión.
"Es una gran noticia que nos abre hartas esperanzas. Esto nos dará más espacio porque queremos difundir y hacer clases en los colegios. Creemos que desde las instituciones gubernamentales habrá otra visión acerca de nosotros. No queremos que se hable de rescate, porque esto no se ha muerto, estamos vivos. La paya se ha mantenido viva gracias a nosotros, porque ¡nadie ha querido atraernos!".
Así lo comentan entre risas Jorge Céspedes, presidente de la Asociación Gremial Nacional de Poetas Populares y Payadores de Chile, Agenpoch, y Luciano Fuentes, joven payador que hizo el papel de delegado de la Asociación para trabajar en conjunto con la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), para postular este arte ante el Mercosur.
Un proceso exitoso, del cual también forma parte Rodrigo Aravena, jefe del Centro del Patrimonio Inmaterial de la Dibam. "Es una cadena de reconocimientos", dice, argumentando que, en 2015, la payada uruguaya y argentina consiguieron una primera distinción por parte de Mercosur, y dejaron abierta la posibilidad para que otros países también pudiesen postular.
Fue así como Agenpoch se acercó al Centro de Patrimonio Inmaterial de la Dibam para solicitarles su apoyo en esta gestión. El centro decidió pedir a los propios payadores que trabajen en la elaboración del dosier, en reconocimiento de sus propios saberes.
Y la historia tiene un buen final: en el marco de la XIII Reunión de la Comisión de Patrimonio Cultural del Mercosur, el 3 de mayo pasado se reconoció la paya chilena como Patrimonio. "Lo que pusimos aquí como crucial fue el interés de los payadores en fortalecer su propia organización y su arte; de ahí que el reconocimiento de Mercosur llegó por añadidura", señaló Aravena.
El día del anuncio de la declaratoria, el director de la Dibam Ángel Cabeza, valoró el paso dado en materia de patrimonio inmaterial. "Nos enorgullece haber representado a nuestros payadores en esta instancia, en que la paya chilena es reconocida como variante de una manifestación común de la rica tradición oral latinoamericana, logrando consolidar esta expresión artística popular como Patrimonio Cultural del Mercosur".
¿Hablar de la paya o en paya? Nadie dice que sea fácil, pero según Luciano Fuentes y Jorge Céspedes, se puede. "Si los chilenos hablamos en octosílabos", dicen y Jorge se explaya:
"Ser payador es una forma de vida. Yo he descubierto que soy 'El Manguera' las 24 horas del día y creo que el payador debe tener condiciones de buena persona, un humor intrínseco y chispa".
Al final, añade su compañero, uno aprende la parte técnica. Dice una frase e instantáneamente saben 'si está justa o larga'. "No me preguntes por qué, pero es algo de oído".
De oído significa que ocupan una frase con ocho golpes silábicos. Y empieza el diálogo improvisado.
Payadores, amigos y hablantes octosilábicos
Jorge: Está muy rico el café.
Luciano: El mío ya se entibió.
Jorge: Mi papá está relegado.
Luciano: Voy a poner la tetera.
Jorge: Me voy a lavar los dientes.
Luciano: Tengo que ir a trabajar.
Jorge: Voy a ir a tomar la micro.
Jorge: Vengan a poner la mesa.
Luciano: ¡Ya me retaron de nuevo!
Jorge: "A mí me pasa una cuestión re bonita con mi mujer, que es pelusona porque se da cuenta cuando me pongo a hablar en octosílabos y me dice: '¡Contesta, poh, Jorge!´ y juega conmigo".
(Más risas).
La paya es una manifestación que tiene una estructura similar en toda América Latina, es decir, se trabaja en décimas octosílabas y se ocupa un verso improvisado. Fidel Sepúlveda, en su libro "De la raíz a los frutos", lo define perfecto:
"La décima es una concreción asombrosa de la capacidad creadora de nuestra comunidad. En diez versos octosílabos, consonantes, se dice lo sustantivo de este mundo y del otro, en un encuentro admirable de la profundidad y de la sencillez, de la sensibilidad y de la inteligencia, del respeto a la tradición y de temeridad innovadora".
Jorge Céspedes dice que los payadores se hacen cargo de una herencia oral que tiene cientos de años, que responde a una necesidad humana, que es la comunicación. Hay, además, un humor que también carga su propia herencia cultural.
"Antes se pensaba que era algo que venía en los genes, pero yo no tengo ningún familiar que ande ni de cerca con las décimas. Mi mamá tiene la fortuna de tener buena voz y yo heredé un poco su afinación", aclara, en tanto que Luciano cree que la paya simplemente te atrapa y en la medida que uno lo asume como un oficio, con reglas y caminos que hay que respetar, ahí uno entiende su profundidad.
Hoy muchos verseadores pueden hacerse llamar payadores, pero no hay que olvidar que acá hablamos de poesía. Se escribe bajo estos cánones: una estrofa de 10 versos, de ocho sílabas cada uno, donde rima el primero, cuarto y quinto entre sí; la segunda rima es con el segundo y tercer verso; y la tercera rima es quinto, sexto, décimo y la cuarta rima es octavo y noveno.
Lo habitual es que cada payador componga versos dedicados a sus vidas y oficios. Y que se preparen para enfrentar los buenos duelos.
Jorge Céspedes y Luciano Fuentes.
Fue en un martes 3 de mayo
que se nos dio la noticia
por celular la primicia
llegó como les detallo.
Porque fue en suelo uruguayo
celebrada la reunión,
la treceava versión
del Mercosur Cultural
y a la llamada triunfal
le dimos contestación.
"La paya es un acto comunitario, necesitamos de otros para dialogar, una contraparte, un contendor que siga mis mismas reglas", añade Luciano.
¿Cómo son los diálogos entre ustedes?
Luciano: ¡A chuchá limpia! (risas).
Jorge: Es que con él no mucho porque…
Luciano (se apresura y no lo deja terminar): ¡Él no dialoga mucho! (más risas).
"Lo de los diálogos se da mejor con unos que con otros, tiene que haber afinidad. Con Luciano no costaría na' porque tenemos el mismo humor y, además, que hemos logrado una amistad re bonita que eso también es importante. Eso me pasa con Manuel Sánchez y ahora me está pasando con Luciano, además que es confianzudo este h…! Mi señora dice: "Este parece hijo de nosotros!", me gusta eso. Y eso es algo que se transmite en el escenario".
El tema se amplía cuando Luciano Fuentes aclara que la paya está dentro de lo que es el canto a lo poeta. Entonces, hay que remitirse al pasado. Según Juan Uribe Echevarría, en su libro "Cantos a lo divino y a lo humano en Aculeo", el cultivo de la décima glosada se remonta a la época de la Colonia. El investigador y escritor, señala que tanto soldados como sacerdotes y funcionarios españoles enseñaron el canto a lo humano y a lo divino en décimas.
Según Memoria Chilena, la décima espinela empleada por los cantores -atribuida al poeta español Vicente de Espinel- se difundió por toda América, tal como ocurrió con otras tradiciones orales, aunque no fue sino hasta mediados del siglo XIX que se empleó más masivamente, gracias a las hojas impresas con versos, llamadas Lira popular.
El canto a lo poeta, tiene cultores del canto a lo humano (fiestas profanas) y otros dedicados al canto a lo divino (vinculado a la religiosidad popular). Luciano Fuentes no lo tiene claro, pero le llama la atención que muchos payadores hayan sido primeros cantores a lo divino. Puede ser que en uno y otro se dan las justas poéticas, ese espacio donde los poetas se desafían en vivo con el fin de comenzar un buen contrapunto. Ahí empieza la paya.
Rodrigo Aravena, Jefe del Centro del Patrimonio Inmmaterial de la Dibam.
Hay paya en toda América Latina. En Cuba se llama repentismo; en Puerto Rico, trova; Panamá, cantores de mejorana; Islas Canarias, trovos; Perú, decimistas; Argentina y Uruguay, payada. Varían entre una y otra, pero la tradición es la misma.
La de Chile, marcó una diferencia. Rodrigo Aravena menciona que Mercosur destacó las siguientes fortalezas de la paya chilena: que lograba adaptarse a distintos contextos, pues no es solo una manifestación del espacio rural, como pasa en otros países (en Argentina y Uruguay la asocian más a la cultura gaucha), sino que también se desarrolla en el ámbito urbano.
Otro motivo de orgullo para el jefe del Centro del Patrimonio Inmaterial de la Dibam es el hecho de que por primera vez Mercosur incluye en su listado depatrimonio inmaterial una manifestación de la cultura chilena. A su juicio, el resultado obtenido demuestra que hay un modelo de gestión que, en Chile, no se ha usado mucho y que implica democratizar la cultura; permitir la participación de las comunidades y de los cultores. Eso, dice, hace que sean exitosos los procesos de salvaguarda del patrimonio.
"Chile no es miembro de Mercosur, sino país asociado, pero sabemos que promover esta manifestación cultural nos va a abrir puertas de integración en la región. Si el próximo año se realiza un encuentro de payadores, seguramente Chile va a tener un rol importante, porque nos gustaría hacerlo acá", admite Aravena.
José Cortés, jefe del departamento jurídico de la Dibam, también valora el reconocimiento: "Es muy importante pues es una presencia chilena a nivel regional, realza la diversidad y la unidad en nuestra región. Da proyecciones de poder tener líneas de comunicación de trabajo con respecto a los bienes patrimoniales que se declaren".
Este profesional estuvo muy involucrado en el proceso legal de llevar el expediente de presentación de la paya a Mercosur, señala, que en todo momento hubo una muy buena acogida por parte de todos los países y que ahora le toca a Chile, a las instituciones pertinentes, a los cultores y al Estado, dar el realce correspondiente al bien que se ha declarado. "Ahora debemos poner en valor lo que significa la paya chilena", recalca.