Publicado en 30 de junio de 2017

La de este año, sin duda, fue una gran fiesta comunitaria. Más despeinada. El Día del Patrimonio, celebrado el 28 de mayo pasado, conmemoró como nunca sus 18 años de historia, invitando a los chilenos a visitar museos y palacios, como es tradición, pero también a disfrutar participando del deporte y los juegos, dos grandes temas de esta celebración. Salieron todos a la calle. 

Más de 700 personas jugaron en el luche gigante instalado en la Alameda, frente al palacio La Moneda. En Chillán, en tanto, aprovecharon las cinco plazas principales para hacer de la ciudad un gran tablero de ludo y en Lota, por otro lado, rescataron la antigua pista de palitroques (con cancha de madera) y realizaron senderismo asociado a la mina del carbón. Ingenio y entusiasmo desbordado.

“Este año hemos querido volver nuestra mirada al juego y los deportes como ritos colectivos que nos han convocado por generaciones y cuya huella ha perdurado entre nosotros y que, desde luego, forman parte de nuestro patrimonio”, explica Ana Paz Cárdenas, secretaria técnica del Consejo de Monumentos Nacionales, CMN.

Ritos colectivos de los que también habla Patricio Mora, encargado de comunidad, educación y comunicaciones del CMN. Asegura que la elección del juego y del deporte se debió a que ambos son fiel reflejo de la alegría y lo comunitario, justamente lo que es hoy el Día del Patrimonio. 

Sin embargo, hay además segundas lecturas que tienen que ver, primero, con que, al interior del CMN, están preparando un libro que resume lo que han sido estos 18 años del Día del Patrimonio, pero también con que este año se celebran los 110 años del natalicio de Oreste Plath, el destacado investigador del folclor chileno que, entre otros temas, escribió sobre los juegos tradicionales.

En tercer lugar, se conmemoran a nivel mundial los 200 años de la invención de la bicicleta, por cierto un medio de transporte que es juego y deporte al mismo tiempo; y como cuarto punto, se quiso mostrar el patrimonio desde una mirada más lúdica para fomentar el juego entre los niños y la familia; menos horas frente a la tecnología, más rato en las plazas.

Más allá de los monumentos

Probablemente Ángel Cabeza, director de la Dibam y vicepresidente ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, gran impulsor de esta iniciativa, nunca imaginó el nivel de envergadura que alcanzaría el Día del Patrimonio. 

El Palacio de La Moneda es uno de los espacios más concurridos durante esta fecha.
El Palacio de La Moneda es uno de los espacios más concurridos durante esta fecha.

Es que en estos últimos 18 años el concepto de patrimonio se ha ampliado y diversificado con una mirada más abierta de lo que significa preservar y rescatar las tradiciones. La idea de establecer esta fiesta, recuerda, resultó luego de su participación en una reunión del Mercosur, a fines de los 90. Fue así como presentó una iniciativa a la entonces directora de la Dibam, Marta Cruz-Coke, y más tarde, al Mineduc y al presidente Eduardo Frei. 

La primera actividad se realizó en 1999. Posteriormente, el presidente Ricardo Lagos firmó un nuevo decreto, en 2000, y se comenzó a abrir el Palacio Presidencial y a realizarse actividades a nivel nacional. Invitaron a instituciones públicas y privadas para que, el último domingo de mayo, abrieran las puertas de sus edificios patrimoniales y cada cual se encargara de realizar sus propias actividades. 

A medida que pasaron los años, se obtuvo un mejor presupuesto con el cual pudieron mejorar la organización, dejando también esa instancia para entregar los premios de conservación de monumentos nacionales. Creció, así, el Día del Patrimonio. Tanto, que incluso empezaron a celebrar, en 2016, otro día similar, pero para los niños y niñas, congregando a más de 20 mil pequeños asistentes.

“El resultado ha sido increíble, mucho más de lo imaginado en un comienzo. Hoy son cientos de miles de personas las que ese día se organizan para celebrar y cada vez son más las actividades que se llevan a cabo en torno a esta efeméride”, admite Ángel Cabeza.

Lo que en un comienzo fue pensado como actividad destinada a acercar el patrimonio a los chilenos, terminó siendo una fiesta colectiva y de mucha participación ciudadana. Si bien, añade el director de Dibam, siempre se resaltó que no era el día de los edificios patrimoniales, sino una instancia para valorar sus significados y la diversidad cultural de Chile, lo cierto es que en los últimos años se ha notado más esa mirada fresca sobre lo que significa patrimonio. 

Se ha logrado comprender mejor la profundidad, amplitud y diversidad del patrimonio tangible e intangible, advierte Ángel Cabeza, como así también ha crecido el interés de las personas por valorar esos otros mundos asociados a nuestra historia. 

Consciente también de esta mirada patrimonial más abierta, Miguel Valderrama, diseñador, docente y secretario general de Bicipaseos Patrimoniales, cree que el Día del Patrimonio se ha vuelto una tradición que la ciudadanía espera y disfruta. Desde su experiencia, como integrante de este conocido colectivo, destinado a poner el valor el patrimonio a través del uso de la bicicleta, en Chile hemos experimentado un cambio favorable a lo largo de estos 18 años de celebración. 

“Se ha ido abriendo desde el vetusto concepto de patrimonio tradicional, que muchos entienden solo como edificios notables, antiguos y decimonónicos, frente a todo aquello que constituye la identidad de un pueblo y, por tanto, su cultura”, explica Valderrama. 

En ese sentido, opina que como agrupación cultural han contribuido a abrir esa mirada. Un ejemplo, los bicipaseos -en el Día del Patrimonio- para visitar poblaciones obreras de principios del siglo XX, como un modo de entender que la historia de una ciudad la hacen las personas que la habitan; los barrios que la constituyen y que nacen en torno a actividades productivas, como el mundo ferroviario o la industria textil. 

“Es otra manera de entregar un mensaje de conciencia ciudadana. Darnos cuenta que esas casas eran espacios dignos, diseñados por arquitectos con valores sociales y ética profesional. Hacemos una interpretación del patrimonio que nos permite reflexionar de manera crítica. 

Por ello, Bicipaseos, como otras agrupaciones culturales, ponen en valor la memoria, lo intangible, lo no oficial, pero que tiene importancia patrimonial en cuanto nos identifica y nos ha formado como chilenos y particularmente como santiaguinos”, añade. 

A jugar

La Convención sobre los Derechos del Niño -ratificada por Chile en 1990- estipula el derecho al juego. 

El artículo 31 dice que los Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes; y que por lo mismo respetarán y promoverán ese derecho a participar plenamente en la vida cultural y artística y, además, propiciarán oportunidades apropiadas, en condiciones de igualdad, de participar en la vida cultural, artística, recreativa y de esparcimiento.

Desde esa mirada, Patricia Núñez, Oficial de Educación y Primera Infancia de Unicef, valora que, en la actualidad, en Chile, se reconozca al juego como parte de nuestro patrimonio. 

“Permite valorar su importancia y el aporte que estos hacen al desarrollo de los niños y niñas. En el contexto actual, donde han proliferado diversos juegos de pantalla, limitando las posibilidades de movimiento y de creación, es importante volver a mirar juegos que implican interactuar cara a cara con otros niños, construir o modificar espacios con el propio cuerpo, y que incentiven la imaginación y la creación. Todos estos aspectos son fundamentales para el desarrollo de los niños”, señala.

El juego es parte del desarrollo de los niños, aclara Patricia Núñez, enfatizando que no dedicarle tiempo implica poner en riesgo el desarrollo de habilidades sociales y personales importantes. No hay que olvidar que es en el juego donde se potencian diversas capacidades, como la planificación, negociación, la autorregulación, sociabilización y la imaginación. 

No es casual, entonces, que en este último Día del Patrimonio se hayan organizado tantos juegos al aire libre. La bicicleta –que este año cumple 200 años de historia- también es parte de esta nueva mirada. Su creador, el alemán Karl von Drais, alguna vez explicó que la había hecho inspirado en el patinaje en hielo. De hecho, los primeros modelos eran como los actuales diseños infantiles que no llevan pedales. Un gran invento que, en Chile, también aplauden. 

En movimientos como el de Bicipaseos Patrimoniales, la bicicleta es vista como un vehículo de reflexión ciudadana. ¿Y si es más juego o más deporte? Pues, para Miguel Valderrama, es una forma de vida. 

“En mi caso, siempre, desde niño, me gustó el ciclismo. Recuerdo cuando mi abuelo tenía su Legnano y todos los años sacaba la patente de su bici y circulaba por la calle, compartía el espacio de los autos que circulaban a menor velocidad y con mayor respeto”.

En una ciudad como Santiago, advierte Valderrama, en una sociedad consumista, andar en bicicleta es pedalear contra el sistema. Es una actividad política, porque indica una posición vinculada a no contaminar y a descongestionar. 

Pero no es solo eso. La bicicleta es también una herramienta poderosa para hacerse parte de la ciudad. “La ciudad se vive, se padece en la bicicleta; olores, colores, textura, temperatura, el ruido y el silencio son parte de un entorno con el cual se interacciona. Para mí, como diseñador, la bicicleta es una máquina mágica, un prodigio mecánico que hace diez veces más eficiente el caminar; le puso alas a mis pies”.

Otra mirada al deporte

En Chile, actualmente, existen 14 Monumentos Históricos vinculados al deporte. Destacan algunos, como los sitios de memoria Estadio Nacional y Estadio Chile, además de la piscina Universidad de Chile, la sede de la Corporación Club de Deportes Santiago Wanderers y el Club Deportivo y Cine de Bellavista Tomé, entre otros. 

Sin duda, una oportunidad que, esta vez, supo aprovechar el CMN en el Día del Patrimonio. Para Patricio Mora, poner en el tapete al deporte, es una oportunidad para que, por ejemplo, los fanáticos del fútbol puedan interesarse por el tema del patrimonio.

Pero no es lo único. Valentina Rozas, arquitecta y candidata a doctora de la Universidad de California, Berkeley, cree que vincular deporte con patrimonio es una forma de salir del antiguo concepto de esta última palabra. 

Qué mejor ejemplo, dice, que el ejemplo del Estadio Nacional. En su calidad de autora del libro Ni tan elefante, ni tan blanco (RIL editores) –texto donde analiza a este Monumento desde una mirada arquitectónica, histórica y política- advierte que es común pensar que lo que valoramos del pasado debe ser separado del presente para protegerlo, cuando, en realidad, es posible pensar en objetos del pasado, que valoramos, y que también podemos darles un uso cotidiano. 

“El Estadio Nacional es un buen ejemplo de esta yuxtaposición. Tiene un valor histórico que merece ser recordado y representado a través de placas y memoriales, pero también es el principal estadio de Chile, el estadio donde juga la U, y donde muchos de nosotros nos hemos reunido para celebrar la democracia, asistir a conciertos o hacer deporte (…) Una de las cosas que me parece más interesante del Estadio, es que nos enfrenta a tener que recordar los crímenes de la dictadura en el mismo espacio en que celebramos triunfos deportivos cada domingo. Es una superposición incómoda de alguna manera, pero que entrega un tremendo aprendizaje” advierte. 

Pensar en el deporte y el juego vinculado al patrimonio, añade, invita a pensar en otras maneras de practicar patrimonio más activamente; de vivirlo, de tener una relación directa con los ritos y objetos del pasado que valoramos. 

Aniversario de Oreste Plath

En agosto próximo se cumplen 110 años del natalicio de César Octavio Müller Leiva, Oreste Plath. Razón suficiente para celebrar al autor de libros, como Geografía del Mito y la Leyenda Chilenos, Folklore chileno y Juegos y diversiones de los chilenos, entre otros. 

El Fondo de Cultura Económica Chile y la librería del Fondo Gonzalo Rojas, le rinden honores a su autor, convocando al séptimo concurso de marcadores ilustrados. Los interesados deberán ilustrar juegos chilenos inspirados en el libro de Oreste Plath, Los juegos en Chile. Aproximación histórica-folclórica (plazos hasta el 23 de junio).

La Biblioteca de Santiago, por su parte, dedicará todo el mes de agosto a Oreste Plath, realizando un panel informativo con su vida y obra, con una exhibición de sus libros y, en la sala infantil, un club de lectura familiar. 

La idea, dicen, es que niños y grandes conozcan más de la obra del folclorólogo, de manera lúdica, valorando su trabajo, sus libros y legado.

Letra Capital Ediciones -especializada en temas de memoria, ciudad y patrimonio- también se hace parte de estas celebraciones, publicando, durante el segundo semestre de este año, un libro que selecciona algunas de sus crónicas sobre la capital, publicadas en la revista En viaje. 

“Plath era un cultivador de la conversación y el diálogo, y esa característica la plasma también en sus artículos, por lo que nos motiva, en tanto editorial, llevar a las nuevas generaciones esa visión que va en la línea de construir ciudades más justas e inclusivas, en donde el intercambio de opiniones posibilite ello. Y sin dejar de lado, además, que su personal escritura nos permite reconocer retazos de su alma”, señala el director, Vólker Gutiérrez. 

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