Publicado en 28 de julio de 2017

Entre cestería, textiles e instrumentos líticos pertenecientes a antiguos grupos de cazadores recolectores, están las papas. Un total de 46 variedades de tubérculos nativos. 

De todos los colores: amarillos, blancos, morados, rosados, repartidos por el patio del Museo Regional de Ancud. Patrimonio puro que, hace cinco años, su directora, Marijke van Meurs y el equipo del Museo, decidieron incluir en el guion museográfico. 

Las papas, entonces, se apoderaron de un importante lugar y se fueron multiplicando adentro de un huerto. Se tomaron el Museo.

“¡Las papas ya tienen un espacio súper ganado!”, admite Marijke, llena de orgullo. Santiaguina de nacimiento, salió del país en octubre del 73 y solo volvió el año 89. 

En Holanda, estudió historia del arte y arqueología clásica y, posteriormente, arqueología e historia de las culturas de América indígena. Nada de huertos, sino hasta su regreso, cuando aprendió botánica en la Universidad Austral y luego, cuando se encontró con este paraíso de tubérculos chilotes.

“Mi interés por los huertos partió acá, por las papas. Aunque, para mí, el medioambiente y los animales son temas importantes. Creo que el ser humano vive en un entorno finito y lamentablemente estamos usufructuando de él sin mucha conciencia. El medio natural corre peligro por nuestras propias acciones, entonces, tenemos que conocerlo”, comenta.

¿Esto es, a tu juicio, un fenómeno que se da más entre los chilenos o a nivel mundial?

A nivel global, pero es peor en Chile. Creo que los niños de Santiago dibujan a los pollos adentro de una bolsa. 

La gente, no toda, pero una parte importante de quienes viven en las ciudades, ha perdido el contacto con la tierra y eso es un daño, una pérdida de formación cultural. 

La población de Chiloé vivió en el “bordemar” de la isla grande y el centro se explotó recién con la construcción del ferrocarril que corría de Ancud a Castro. 

Esa relación que tiene Chiloé con su medio es un buen ejemplo de cómo debería ser la relación entre el ser humano y su medioambiente.

Pololeo por debajo de la tierra

Partieron sembrando cinco semillas por cada variedad y hoy van en 10

El Centro de Educación y Tecnología Chiloé facilitó las semillas de 46 variedades, en tanto que la Unión Comunal de Mujeres Rurales de Ancud aportó con la experiencia para trabajar junto a parte importante del equipo del Museo. No solo contribuyeron entregando abono de ovejas, también ayudaron a plantar y cuidar la siembra.

“Si bien es cierto que los chilotes plantan papas en sus casas, para nosotros era básico que fueran nativas de Chiloé, porque sabemos que hay 400 y tantas variedades. Es complejo porque hay que tomar muchas decisiones que van desde elegir cómo se plantan (si orgánicamente, con lamilla -un tipo de alga- o con abono artificial) hasta cómo se guardan las semillas. En Chiloé, esta es tarea de las mujeres”.

¿Por qué son ellas las responsables?

Las mujeres de Chiloé son las que guardan las semillas. 

Cuando florece el cilantro o la papa, alguien tiene que preocuparse de recolectar las semillas para plantarlas al año siguiente. La mujer es la que se encarga de la huerta.

¿Hay un ritual especial para guardar esas semillas?

Se conservan en lugares secos, sin luz y normalmente se clasifican, es decir, se guardan por tipo; unas se van para los chanchos, otras para siembra y otras para comer. 

La semilla es la papa, pero, además, la papa da una semilla al momento de florecer, que contiene información genética de la planta, pero también de otras, y, al mismo tiempo, puede dar semillas de otras especies.

¿Cómo es la flor de la papa?

Cada papa tiene su propia flor. Hay blancas, moradas y de todas sale una semilla redonda que se seca, se guarda y se siembra al año siguiente. 

No produce papa al tiro, sino que al año siguiente.

¿Qué hacen después con las papas?

Las repartimos. Se las damos a las mujeres de la Unión Comunal. Normalmente una casa llega a tener unas diez variedades, en cambio, nosotros tenemos 46 y la idea es intercambiarlas.

¿Por qué es importante empezar a cultivar estas papas nativas?

Por un tema genético. En estos momentos dependemos de las empresas que nos venden las papas que normalmente son de producción holandesa y pagamos millones, siendo que es originaria de nuestro país. 

¡La papa aparece en Monte Verde! se identificaron restos en ese sitio arqueológico. Tenemos que cuidar nuestra base genética.

Más de 46variedades hay plantadas en el museo.
Más de 46variedades hay plantadas en el museo.

Hablas de más de 400 variedades…

Pucha es que las papas se mezclan, pololean por debajo de la tierra (ríe) y aparecen nuevas variedades.

Destaca tres tipos de papas, las más fascinantes…

Hay una que se llama Ojitos de cielo, la Mecuñ alargada de color amarillo, rosado y morado; la Murta… todas fascinantes.

¿Alguna receta?

Al horno, con aceite de oliva y romero. Ojalá la meca de gato (una de tantas variedades de papa chilota).

¿Con cáscara, imagino, a lo rústico?

Claro. Es una receta rica y fácil.

Cantos en mapudungun

En el Museo Regional de Ancud, plantan las semillas en septiembre y cosechan en marzo y abril. 

Este año, además de trabajar con las mujeres de la Unión Comunal, invitaron a participar a las comunidades indígenas. 

De estas aprendieron rituales, pero también cantos femeninos, propios de la faena. Los niños cantan una canción que es mitad mapudungun y mitad español. 

Las mujeres, explica Marijke, han cultivado papas toda su vida. Son sumamente importantes en la vida de los chilotes, porque la comen todos los días. “Las crisis han sido graves cuando no han tenido papas para comer”, advierte la directora del Museo.

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