El sitio arqueológico El Olivar no solo revela un acervo patrimonial de incalculable valor también nos enseña que progreso y conservación no están en veredas separadas.
Para Ana Paz Cárdenas, Secretaria Técnica del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), “El Olivar es un sitio arqueológico prehispánico que se ha convertido en una maravillosa ventana a diferentes culturas y tiempos”, comenta.
“Un lugar en el que se encuentran restos de las culturas Molle, Las Ánimas, Diaguita y Diaguita-Inca; es decir, más de 1.500 años de ocupación en un mismo espacio que nos demuestran la importancia simbólica -de primer orden- que ha tenido este lugar para diferentes grupos humanos”, agrega.
Ubicado en un sector ya conocido como sitio funerario prehispánico, al menos desde 1939, “los últimos hallazgos (ocurridos en 2016) suponen la posibilidad de acceder a mayor información de la que ya teníamos; por lo cual permitirá configurar de mejor forma la Prehistoria del norte de Chile”, puntualiza.
Como cabeza del organismo técnico que protege áreas de interés patrimonial de nuestro país, Ana Paz comenta que la protección de los sitios arqueológicos es siempre compleja, pero cada sitio deja consigo muchos aprendizajes.
“Debemos partir de la premisa que no sabemos cuántos hay en el país y aunque existe un natural interés por acceder a ellos, es importante su conservación. Junto a esto, nos encontramos muchas veces con hallazgos imprevistos que desafían a las empresas y al Estado, como en el caso del Cementerio El Olivar, por eso este lugar nos ha convocado a aunar voluntades para hacer posible que se levante un Museo de Sitio en esta área”.
Esto implicaría la posibilidad de entregar una protección permanente a la zona dada su excepcionalidad.
“Nosotros como CMN lo respaldamos. Porque es una iniciativa que permitiría, por una parte, otorgar protección al sitio y por otra, permitir un acceso a la población. Es una oportunidad para un permanente conocimiento de nuestro pasado, tanto para la población local como para el país. Conjugar ambos procesos es lo que intentamos cautelar en este caso”, puntualiza.
Asegura que el rol de Consejo será de acompañamiento del proceso, para garantizar que las medidas adoptadas tiendan a resguardar el sitio y las valiosas piezas contenidas en él.
Para la arqueóloga jefe de la investigación, Paola González, el mayor aprendizaje ha sido el contexto en que se ha desarrollado este hallazgo y la gran escala que ha alcanzado este rescate arqueológico.
“El contexto no es el mejor, debido a que esta investigación se inicia bajo la lógica de mitigar el impacto ambiental que provocaría la construcción de una gran obra de infraestructura vial (la doble vía en la Ruta 5). Entonces, no es un contexto netamente académico donde los actores involucrados persigan los mismos objetivos”, comenta.
Paola González y Gabriel Cantarutti (arqueólogo que también lidera el trabajo en El Olivar) son investigadores especialistas en la prehistoria del Norte Chico, por lo tanto, su mayor interés es potenciar la obtención de información, registro y protección del sitio, “porque estamos claros que se trata de un hallazgo arqueológico extraordinario”, aseguran.
Cuando fue evidente la enorme riqueza patrimonial de este sector y su gran densidad, centraron sus esfuerzos en dar a conocer a las autoridades la importancia del hallazgo, junto con promover su protección y preservación.
“Afortunadamente fuimos escuchados y las autoridades decidieron salvaguardar este hallazgo mediante la construcción de un viaducto. Actualmente, nuestra preocupación se enfoca en lograr los fondos para estudiar debidamente la gran cantidad de materiales arqueológicos recobrados, que sobrepasan con creces lo presupuestado originalmente y asegurar su custodia definitiva en una institución del Estado”, puntualiza González.
Como expertos y apasionados por lo que hacen, expresan su anhelo de que esta investigación sea debidamente abordada por el Estado.
“Nos gustaría dejar de trabajar en medio de la incertidumbre que produce el marco empresarial en que está actualmente inserto este sitio. Se trata de uno de los mayores hallazgos arqueológicos de los últimos tiempos en Chile y Sudamérica, que aportará no solo un legado de cultura material sobresaliente sino también un potencial de información inédito acerca de nuestro pasado precolombino. Entonces, consideramos que lo mínimo que se puede esperar es trabajar con serenidad”, enfatiza la arqueóloga.
En palabras de Ángel Cabeza, director de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), el hallazgo del Cementerio El Olivar significa dos aprendizajes fundamentales.
Primero, que como país cuando construimos obras que son necesarias, fundamentales para el desarrollo, el progreso y la conectividad, tienen que considerarse las variables ambientales y dentro de estas, la importancia del patrimonio.
“Si hubiéramos tenido claro que en ese sector había información arqueológica, se hubieran tomado las medidas para que el tema de la carretera fuera diferente. Incluso, a sabiendas que había que pasar por ese lugar, que no había más posibilidades de un trayecto alternativo (por un tema técnico), esto se podría haber considerado desde el inicio de la obra y no que estemos con este conflicto entre desarrollo y conservación a esta altura, cuando solo falta terminar el último kilómetro de la carretera, esto es un falso dilema”, puntualiza.
Esto es lo primero que tenemos que aprender, agrega Cabeza, “todos tenemos que madurar, sobre todo las instituciones públicas y privadas, considerar que en los temas patrimoniales es mucho más provechoso abordarlos en el diseño original de una obra y no estar trabajando con estos como un impedimento o conflicto.
Todavía se trabaja el desarrollo con una lógica que no incorpora la cultura, el patrimonio, las variables ambientales y cuando ocurre algo como el hallazgo de El Olivar, lo hacemos a presión, a la fuerza, porque la ley nos obliga a reaccionar”, analiza el director de Dibam.
El segundo aprendizaje para el país, en opinión de Ángel Cabeza, es que tenemos uno de los cementerios arqueológicos más grandes de Chile.
“Desde el punto de vista de su magnitud, importancia, diversidad y riqueza en información arqueológica. Este hallazgo nos muestra varios siglos, quizás un milenio -tenemos que descubrir todavía eso-, de desarrollo de la cultura Diaguita y de la llegada de los representantes del Imperio Inca al Valle del Elqui”.
“Por lo tanto, tenemos un conjunto de tumbas que son realmente hermosas desde el punto de vista de la información, que nos muestran la forma de pensar, de dimensionar el universo, la cosmovisión religiosa y las formas de vida que tenían estos pueblos. Vemos allí entierros donde aparecen sacrificios de camélidos, ofrendas de peces, brazaletes y otros objetos y adornos en oro, unas cerámicas de factura maravillosa y todo un ejemplo de lo que ellos pensaban que tenía que ser la vida en el más allá”.
“Pero también tenemos asentamientos cercanos, verdaderas cápsulas de las distintas etapas de desarrollo de la cultura Diaguita hasta la llegada de los Incas. Hasta ahora se han encontrado, en lo excavado, más de 200 entierros y suponemos que puede haber más de mil. Este es el segundo aprendizaje: tenemos un país con una gran riqueza arqueológica, insospechada, a veces olvidada, oculta o negada”.
“Tenemos que rescatar esta historia para contar cómo fueron los períodos prehispánicos de la zona del Valle del Elqui; esto va a enriquecer nuestra diversidad y profundidad cultural”, concluye.
Para el director del Museo Arqueológico de La Serena, Ángel Durán, el mayor aporte que revela hasta el minuto la investigación arqueológica del Cementerio El Olivar, “es la constatación de que al menos tres culturas, arqueológicamente distintas, ocuparon un mismo espacio físico por más de 800 años y la singularidad de compartir ese suelo como asiento funcional de sus presencias”.
“Por otra parte, para la ciencia arqueológica, esa particular circunstancia posibilita estudiar en un mismo sitio, lo que se reconoce arqueológicamente como culturas diferenciadas”, puntualiza.
Paralelo a ello, Durán destaca que esta investigación “aporta a la ciudad de La Serena, un hito referencial histórico, al modo de un “casco fundacional” de naturaleza pre-hispana. De ahí que su trascendencia identitaria, en términos sociales y culturales, sea más que relevante”.
Según el director del Museo de La Serena, los resultados de estas excavaciones arqueológicas son todavía una tarea a desarrollar, en laboratorio y gabinete, durante los próximos dos a tres años por los arqueólogos comprometidos.
“Sin embargo, la peculiaridad del sitio y el buen estado general de conservación de las evidencias rescatadas, permite avizorar muy buenos resultados, sobre todo gracias el actual aporte tecnológico y desarrollo científico de otras áreas de la ciencia, de las cuales la arqueología instrumentaliza su aplicación”.
Comenta que es necesario reconocer que “el desarrollo que implica el progreso, así como el resguardo y conservación del patrimonio arqueológico no son caminos divergentes, sino que por el contrario, confluyen en el bienestar y posicionamiento de la población local y, además, refuerzan su presencia en el contexto mundial”.
“También, creo necesario mencionar la urgente necesidad de contar con Depósitos Regionales del Patrimonio, con el objetivo de cautelar -de acuerdo a los estándares internacionales- los volúmenes de material patrimonial arqueológico rescatado, no tan solo en este proyecto, sino que en otros tantos que se están desarrollando en la región, ya sean de naturaleza pública como privada”, concluye.
En nuestro país hay más de un millón y medio de personas que pertenecen a los pueblos originarios.
Ellos son parte fundamental de la diversidad y la riqueza cultural del país, razón por la cual la presidenta Bachelet ha impulsado medidas destinadas a relevar su presencia e inclusión.
En este marco, el Ministerio de Obras Públicas juega un papel clave en el desarrollo de infraestructura que no solo mejore la calidad de vida de las personas, sino que además se construya de manera armónica con las tradiciones de aquellos que forman parte de estos pueblos.
Una de nuestras metas es entregar más obras para Chile.
Así lo hemos hecho –múltiples indicadores dan cuenta de ello–, y a la vez hemos procurado que sean obras con sentido, como la equidad, el apoyo al turismo y la descentralización y, en este caso en particular, nos hemos comprometido a respetar la dignidad y la cosmovisión de las culturas tradicionales del sector de El Olivar.
Este es probablemente el hallazgo arqueológico más grande de los últimos años y, aunque fue un hecho fortuito al construir la carretera de alto estándar que une La Serena con Vallenar, nos haremos cargo de su importancia para la comunidad diaguita.
Es así que la decisión central ya la tomamos, vamos a cuidar lo que hemos encontrado. Estamos evaluando la construcción de un viaducto que permita, por un lado, terminar la carretera por los enormes beneficios que esta trae y, por otro, preservar este sitio de carácter único y de gran relevancia no solo para los pueblos originarios, sino también para todo Chile.
Alberto Undurraga
Ministro de Obras Públicas