Publicado en 05 de marzo de 2018

Una foto de varios hombres luciendo la esvástica en el brazo, algunos pasaportes falsos y un carné de la Gestapo, son tres indiscutibles imágenes de la Alemania nazi, pero no fueron hechas en ese país, sino que en Chile. Sin duda, la historia se sigue reescribiendo. 

Años creyendo que nos habíamos mantenido casi al margen de la Segunda Guerra Mundial. Años imaginando que el espionaje era asunto de buenos guiones cinematográficos y que los nazis habían difundido su ideología solo en Europa. Pero no. 

Ahora nos enteramos de lo contrario. En junio pasado, Héctor Espinosa, director general de la Policía de la Investigaciones, PDI, entregó formalmente a Emma de Ramón, subdirectora nacional de Archivos y conservadora del Archivo Nacional, documentación desclasificada del Departamento 50, la primera unidad de inteligencia de la policía civil que estuvo dedicada a perseguir y a desbaratar redes nazis operativas en Chile, entre los años 1937 a 1944. 

“Hasta ahora se sabía que, en la Segunda Guerra Mundial, solo habían intervenido los países de Europa, Estados Unidos y Japón, pero acá uno se da cuenta que el conflicto bélico fue efectivamente mundial. En Chile, estaba la red con todo el ideario nazi, con todo su racismo y desprecio hacia aquellos que no tenían ascendencia aria. Algo que atacaba no solo a los judíos, sino que a todos los chilenos”, enfatiza Emma de Ramón Acevedo.

Afectada por la Ley de Inteligencia, la documentación recién este año pudo pasar a manos del Archivo Nacional. Se trata de un total de 22 cuadernos, más un álbum con 247 fotos que dan cuenta de que acá, sí fuimos más partícipes de la guerra de lo que creíamos. Valorado como un tesoro patrimonial del Estado, la información quedó a disposición del público pues, además de ser restaurada, fue digitalizada y subida a la página web www.archivonacional.cl

Chile “neutral”

El Departamento 50 fue creado por la PDI a fines de 1942, luego de descubrir el accionar de grupos nacional socialistas asentados en el sur de Chile. Los cuadernos entregados al Archivo Nacional relatan en detalle los espionajes bautizados con las siglas PYL y PQZ. 

Más de 80 tomos que incluyen información de los años 1939 a 1945 contiene la segunda entrega de archivos realizada en julio de 2017 al Archivo Nacional.
Más de 80 tomos que incluyen información de los años 1939 a 1945 contiene la segunda entrega de archivos realizada en julio de 2017 al Archivo Nacional.

El primero desbarató a un grupo que, desde Quilpué, transmitía mensajes criptografiados a Alemania, sobre los itinerarios de los buques mercantes aliados; el segundo, detuvo a un total de 20 personas, además de incautar aparatos de radio, dinero en efectivo, un libro de claves, y planos para bombardear minas en el norte de Chile.

La existencia de estos documentos era casi como un mito urbano, admite Emma de Ramón; algunos historiadores comentaban entre pasillos lo que unos pocos habían tenido el privilegio de ver con sus ojos, pero no había dónde consultarlo. 

Para Carlos Basso, periodista, autor de Código Chile y Chile Top Secret, entre otros, esto está lejos de ser una sorpresa, pues el Departamento 50 era una unidad muy conocida en su época, que incluso recibió un reconocimiento internacional por su trabajo.

 “Por algún motivo extraño se olvidó todo ello, pero la influencia nazi en América Latina era un hecho bien sabido en aquellos años, al punto que fue uno de los motivos que empujó a Estados Unidos a declarar la guerra a Alemania”, aclara Basso. 

Hay que destacar, añade, que en 1941 los servicios secretos británicos hicieron llegar al presidente Roosevelt un supuesto mapa nazi de América Latina, dividida en cinco países, uno de los cuales era Chile, que conservaba su nombre, abarcando, eso sí, partes de Perú y Bolivia. 

Dicho documento se dio a conocer a todo el mundo, denunciando la injerencia nazi en la zona. Se ha discutido mucho sobre su legitimidad; sin embargo, nadie puede negar el interés nazi por este trozo de fin del mundo. Chile y Argentina no solo acogían a un buen número de alemanes, sino que también controlaban el paso de Magallanes, el único puente entre los dos océanos que los nazis podían usar para desplazarse al Pacífico desde el Atlántico, pues el canal de Panamá estaba en manos estadounidenses. 

Era imprescindible, agrega Basso, que estos dos países se mantuvieran neutrales, y para ello desplegaron redes políticas, de espionaje, comerciales y de propaganda.

No era menor el interés de Alemania por ver a Chile neutral. Según Héctor Espinosa, el hecho de que fuésemos uno de los últimos en declararles la guerra, tuvo también repercusiones. 

Diarios de la época dan cuenta de las investigaciones efectuadas por el Departamento 50.
Diarios de la época dan cuenta de las investigaciones efectuadas por el Departamento 50.

Las investigaciones del Departamento 50 revelaron que las redes nazis, habían conseguido planos y antecedentes sobre puertos y minas del norte, dos sectores claves para la economía del país y que, por lo mismo, podían convertirse en eventuales blancos de ataque si Chile se volvía un país hostil para ellos.

El cobre, además, es y era un elemento estratégico, aclara Patricia Huenuqueo, coordinadora de transferencia documental, del Archivo Nacional. A su juicio, considerando que Estados Unidos había establecido ciertas restricciones para el mercado del metal chileno, es fácil pensar que los propios alemanes hayan pensado en entorpecer esta producción que, entre otras cosas, servía para nutrir de armamento a los aliados.

Una verdadera epopeya

No se tiene certeza de cómo era físicamente la oficina del Departamento 50, aunque sí se sabe que inicialmente estuvo localizada en el primer piso del cuartel general, hacia la zona que da a la calle Teatinos. 

El nombre, explica Héctor Espinosa, proviene del hecho de que cuando iniciaron sus funciones, en 1939, tenía un anexo telefónico con ese número, por lo tanto, pasaron a ser identificados como “los del anexo 50”. En total, una unidad que, a lo largo de sus años, estuvo integrada por unas 20 personas, aunque no fueron más de diez los detectives trabajando en forma estable.

“El nazismo pretendía enquistarse en distintos ámbitos del quehacer nacional. Situación que, de haber prosperado, en cuanto a los objetivos finales que perseguía, podría haber cambiado el curso, no solo de la historia de Chile, sino del mundo. De ahí la trascendencia que todos los chilenos conozcan esta parte de la historia que por tantos años era desconocida. El trabajo del Departamento 50, no creo equivocarme al definirlo como una epopeya de inteligencia”, reconoce Espinosa.

Ilustración Alfredo Cáceres.
Ilustración Alfredo Cáceres.

Una epopeya de la que también habla Patricia Huenuqueo. Al leer la información desclasificada por la PDI quedó asombrada por el método de trabajo admirable del Departamento 50. 

“Ellos desbarataron una red de espionaje nazi con métodos muy sencillos, como, por ejemplo, el seguimiento de las personas o cómo trabajaron hasta descubrir las zonas de las radiotransmisiones por la comuna de Lo Espejo. Caminaban por las calles y miraban si había algo que salía de la rutina. Un trabajo que requirió de mucha dedicación y astucia”.

Aclara, además, que las redes nazis no eran precisamente alemanes recién llegados al país, sino que descendientes de aquellos que llegaron al país en 1856, además de algunos que tenían representación diplomática. 

Para Patricia Huenuqueo, la ideología nazi no solo afectó a la colonia judía, sino también a otros grupos sociales. En las investigaciones reveladas por el Departamento 50, se deja ver que el entorno inmediato a estos grupos estaba absolutamente cooptado por la influencia ideológica. “Son temas que tal vez se podrían estudiar a partir de estos documentos, ver qué pasa con ellos después de la Segunda Guerra. Mi percepción es que hay como una extensión de esa ideología que va más allá del conflicto bélico”.

Siguiendo con esta idea, Carlos Basso agrega que los nazis, en Chile, se infiltraron en las instituciones de defensa, orden y seguridad, así como en aduanas, la cancillería y una serie de entidades estratégicas. Además, habrían financiado avisaje en prensa, eventos y supuestas organizaciones de beneficencia, sin contar la enorme influencia política.

“El nazismo no se limitó geográficamente a la zona de colonización germana de 1850, sino que se extendió por todo el país y, de hecho, sus principales zonas de actuación fueron Santiago y Valparaíso, un verdadero nido de espías no solo de nazis, sino también de japoneses, estadounidenses, británicos, rusos y de otras nacionalidades, pues se trataba del principal puerto del continente y como se encontraba en un país neutral (hasta fines de 1943), permitía recabar información relativa a los movimientos de buques, tanto de aliados como del Eje”, agrega Basso.

Chile se mantuvo neutral y solo rompió relaciones con el Eje cuando descubrieron que, desde la embajada de Alemania en Chile, se estaba apoyando a estos movimientos nazis. El Departamento 50, por su lado, logró desbaratar las redes, expulsando y declarando persona non gratas a los funcionarios con rango diplomático involucrados.

Hubo, además, en 1945, una última investigación, advierte Héctor Espinosa, argumentando que quizá fue la más importante. A partir de esta, se pudo desbaratar a grupos nazis que operaban en otras ciudades del continente, como Buenos Aires, Montevideo, Sao Paulo y Lima. 

El trabajo ejecutado por los detectives chilenos es, por lo tanto, doblemente aplaudido. Por un lado, advierte Emma de Ramón, queda en evidencia una forma de gestión del Estado que, respetando los derechos humanos de todos, fue capaz de desbaratar una red de espionaje y de sabotaje, sin que nadie sintiera apremio ilegítimo; un ejemplo de lo que es el Estado de derecho.

“La segunda gran enseñanza es que la historia no está para nada terminada. Recién estamos empezando a conocer episodios nuevos y en la medida que los entendamos, enriqueceremos nuestro patrimonio, nuestra identidad y memoria, para impedir que ideologías nefastas como esta, puedan volver a permear a nuestra sociedad”, admite.

Los jóvenes y niños, puntualiza Héctor Espinosa, merecen, además, saber qué sucedió en el país cuando operaban estas redes nazis; cómo actuaron los detectives del Departamento 50. “Ellos cambiaron el rumbo de los acontecimientos y eso los ubica no solo en la historia de Chile, sino del mundo”.

Casi en un mundo paralelo

En Osorno y en Puerto Varas, los alemanes acostumbraban a organizar ensayos paramilitares, sin que nadie se enterara. Se reunían frecuentemente, vistiendo uniformes con la esvástica en el brazo. “Hay fotos de esos actos, parece que fueran de Alemania, pero no, ¡son del sur de Chile!”, aclara Emma de Ramón.

Era usual, además, que escogieran lugares recónditos para instalar antenas y, así, poder espiar los movimientos de barcos chilenos, peruanos y argentinos. 

En 1939, relata Emma de Ramón, hubo un combate frente a Punta del Este, donde se hundió un barco alemán. La gran mayoría de los soldados nadaron a la orilla y arrancaron a Paraguay, Uruguay y al sur de Brasil. Los alemanes asentados en esos sectores, los acogieron y los trasladaron hasta Talcahuano. Dado que, en Chile, había varias navieras que eran de propiedad de alemanes, entonces, los subieron a estos barcos mercantes y los devolvieron a los submarinos alemanes. 

“Simultáneamente al gobierno de Pedro Aguirre Cerda, a sus obras notables, hay otra historia paralela en nuestro territorio, con estos personajes ligados al régimen de Hitler”, añade Emma de Ramón.

Los nazis estaban completamente organizados, añade Patricia Huenuqueo. “Funcionaban como en un mundo paralelo, algo muy impresionante”. Tan sorprendente, dice, como los ejercicios de espionaje que realizaban infiltrándose en ciertos grupos sociales. 

Informes del Departamento 50 revelaron también que algunos participaban, junto con la colonia judía, en la sinagoga de la calle Serrano. Los nazis reportaban lo que escuchaban en dichas reuniones, pues les preocupaba que fueran a acoger a nuevos refugiados judíos en el país.

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